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Ana  Barriga Olivia

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Ana:  "El arte debe ser como cada artista cree que debe ser. Para mí, sin duda, es algo referencial, es una forma de ser y estar en el mundo."

Número XI Art & Artist Feature  Empower

Entrevistado por Nayonika Roy

Editado por Amrita Nambiar

15 de noviembre de 2021

Así que, desde el principio, me encantaría que te presentaras en unas pocas líneas sobre tu trabajo, tus logros y sobre ti como artista.
Ana:   En mi trabajo trato de encontrar un equilibrio entre la razón y la emoción. Dos territorios aparentemente contradictorios que al rozarse generan una especie de energía que me interesa. Intento moverme en el terreno de lo lúdico, un lugar compartido por artistas y niños donde se abandonan los prejuicios y aflora lo más inesperado de nosotros. El humor, el juego o la ironía son formas de posicionarnos ante la realidad de una manera diferente e inesperada para romper esquemas comunes. Esto da lugar a situaciones impredecibles que nos resultan novedosas y atractivas porque no se ajustan a modelos preestablecidos.  

 

Hago mi mejor esfuerzo para aprender todos los días. Mi trabajo está impulsado por la pasión pero también por el conocimiento. Me dedico al estudio de un lenguaje de profunda tradición como es la pintura, terreno habitual en el que me desenvuelvo. 

 

Sobre mi trayectoria en la profesión que me ha elegido, creo que todas las exposiciones, todas las obras en colecciones o todos los premios son geniales. Pero creo que lo más importante es poder seguir haciendo y tener la sensación de que no acaba.

En Birimbao Gallery has dicho que pintas, rompes, mutilas, montas o compones como si estuvieras jugando con el arte. ¿Qué es eso que te lleva a pensar eso?

Ana:   Trabajo con objetos; Los busco en mercadillos o donde sea. Cuando encuentro las que me interesan me detengo un momento a pensar en quién las creó, cuáles serían sus circunstancias, qué finalidad tendrían, si eran un encargo o una creatividad espontánea, qué situaciones familiares las acompañaron, etc. Luego cambio. los mezclo, los hago convivir, trato de colocarlos en una especie de contradicción armónica en la que nada encaja pero todo parece funcionar. Creo que esto tiene mucho que ver con cómo las historias que encuentro en ellas se relacionan con mi vida.

 

Creo que la capacidad de reutilizar estos objetos es una manera de revivir las ilusiones de los demás, y esto se convierte más que en un proceso de trabajo en una actitud vital enérgica y alegre rodeada de humor, que utilizo siempre para afrontar mejor las cosas y restar seriedad a temas solemnes como la sexualidad, la religión o la muerte. 

Mira nuestra entrevista con Ana Barriga, Art & Artist Reportaje del Número XI

Todo el mundo tiene un medio para expresarse cuando las palabras pueden no ser suficientes. ¿Cuándo te diste cuenta de que el arte era para ti ese micrófono de pensamientos?

Ana:  Siempre digo que es un milagro que me dedique a la pintura. Vengo de una familia humilde a la que no le faltó creatividad, pero lamentablemente, como en muchas otras familias, nuestro contacto con el arte era una carencia latente. Supongo que, como cualquier adolescente, no tenía idea de qué iba a hacer con mi vida. Después de muchos intentos fallidos dejé de estudiar y comencé a trabajar en un bar. Allí conocí a Juanito, el encargado de la cafetería. Lo comento porque fue él quien insistió en que retomara mis estudios y me habló de la Escuela de Arte de Jerez, donde comenzaría a estudiar ebanistería. Me gustó tanto que seguí haciendo módulos, todos ellos relacionados con Mobiliario, Interiorismo y Escultura. 

 

Mi primer contacto con la pintura fue por necesidad. Mientras estudiaba en Cádiz, trabajaba los fines de semana en un bar, pero no alcanzaba a llegar a fin de mes. Mi profesora de dibujo se enteró de una vacante para dar clases de pintura en un centro de mayores, me la ofreció y por supuesto dije que sí; fue trabajo!

 

A la edad de 19 años, estaba enseñando algo de lo que no tenía idea porque necesitaba el dinero. Durante ese tiempo nunca cogí un pincel, leía libros de Matisse, Cezanne y Picasso, los únicos pintores que conocía, y trataba de explicar a los jubilados cómo usaban el color... ¡jajajajaja! Me río mucho de esto porque si me preguntaran ahora no sabría responder. Pero en ese momento la necesidad, el desconocimiento y la motivación me ayudaron a pagar el alquiler y seguir estudiando.

 

Después de cursar cinco módulos en la Escuela de Artes, decidí entrar en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, donde una de las asignaturas era la pintura. Fue allí donde me vi obligado a comprar materiales de pintura y caí en un maravilloso agujero negro en el que todavía tengo la suerte de estar inmerso. Las maestras que tuve en primer grado pusieron sobre la mesa concursos de pintura. Salté al vacío sin tener muy claro lo que pasaría y en el segundo año de mi carrera. Todo lo que había pintado en el primer año fue exhibido, premiado o comprado; y fue entonces cuando comenzó la magia. 

 

No sé si es algo que tengo que expresar o si debo callarme, lo que pasa es que creo que he encontrado algo en la pintura. Probablemente no sea nada nuevo, pero para mí lo es y quiero seguir desdoblando las capas de hojaldre hasta llegar a lo que sea que esté en el fondo de mi cabeza. Pura vida!

Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla. ¿Qué es algo que te enseñaron allí y que conservas hasta la fecha? ¿Algo que te convirtió en lo que eres hoy?

Ana:   Aprendí mucho en la Universidad. Hay que tener en cuenta que en mi entorno ser universitario era casi como viajar a Marte. 

 

Por otro lado, tuve mucha suerte con mis compañeros de clase; nos hicimos muy amigos, un grupo de unas 20 personas, casi toda la clase. Todos nos animábamos a hacer cosas, la energía era maravillosa y tan simple como querer hacer. Todo esto no vino por casualidad, tuvimos maestros increíbles que alentaron este crecimiento colectivo. 

 

Paco Lara fue notable, además de ser un maestro, también es un artista y aprendimos mucho de su actitud ante la vida y la forma en que impartía sus clases. Sigo pensando que fue y es un ejemplo a seguir. Paco siempre decía, “no tengas miedo, mira por la ventana y disfruta del paisaje”. En ese momento no entendí nada, pero pronto entendí que solo tenía que agradecerle a él ya mis compañeros por haberme enseñado a descubrir el mundo a través de los ojos del arte.

A sus últimos logros curriculares se ha sumado el Premio de Artes Plásticas de la Universidad de Sevilla. ¿Nos podrías informar más sobre lo que comprende este evento y qué te hizo participar en él?

Ana: Otorgar el Primer Premio con la adquisición de obras a través de una bolsa de la compra es un reconocimiento que me otorga la Universidad de Sevilla, donde comencé mi carrera. Antes de recibirlo, la Universidad ya había comprado mis obras, pero yo llevaba muchos años persiguiendo esto. No era por la cantidad económica, que también me venía muy bien, sino por lo que representaba. Porque muchos de los artistas que actualmente son personalidades famosas de la pintura, lo consiguieron en su día y yo quería estar en ese grupo.

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Ahora algo interesante - ¿Cómo es un día en la vida de Ana Barriga?

Ana:   Me despierto con un unicornio llamado Pepsi con un café, y entonces mi día se convierte en una sucesión de referencias. Lola Flores flipando, un niño que no ha visto que no hay cristal, Cristo que resulta ser una ficha de Tetris, la Pantoja que nos lleva en el alma, la más grande que nos agradece, un gordo que no cabe detrás de un poste, gatos que parecen graciosos, marcianos con peluca o Maradona bailando, etc. Al igual que los objetos que encuentro y transfiero a mis obras, son una forma de conectarme con la vida y con las personas maravillosas que me rodean. Luego, si me aburro, empiezo a pintar.

¡Tus esculturas y piezas son absolutamente hermosas! ¿Cómo identificaste que ese era tu estilo de arte? ¿Vívido, atractivo y algo distintivo?

Ana:   Antes de estudiar en la universidad y aprender sobre pintura, mi formación se encaminó hacia la escultura. De alguna manera nunca he abandonado mi faceta de escultor. Cuando empiezo mi trabajo, necesito ese elemento que tenga peso, textura, olor y hasta sabor. Por eso colecciono objetos y hago naturalezas muertas con ellos. Puede ser un intento fallido de controlar la pintura desde el origen. Tarde o temprano puede ocurrir dentro de un cuadro, en esos cuadros que parecen salirse de la imagen bidimensional y dejan de parecerlo.

Mantendremos esto fácil, ¿cuál o quién es tu fuente de inspiración?

Ana:   La vida misma es un claro referente, mi pintura es como un diario de imágenes de cosas que me van pasando. No tienen que ser cosas reales o cosas inventadas, simplemente tienen que serlo. Por otro lado, también me inspiran todos aquellos que, para mí, son como cazadores de Pokémon y persiguen insaciablemente cosas que solo ellos pueden ver.  

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¿Debería relacionarse siempre con el arte o debería ser lo que te contenga y hable de tus historias personales?

Ana:   No seré yo quien diga cómo debe ser el arte. Debe ser como cada artista cree que debe ser. Para mí, sin duda, es algo referencial, es una forma de ser y estar en el mundo.

¿Qué es lo mejor de tener tu arte en galerías? También recuerdas tu primera exposición, ¿cómo fue?

Ana:   Recuerdo mi primera exposición con una sonrisa entrañable. Fue en Sevilla, en una galería minúscula que se llama Birimbao cuando me lo propusieron. Estaba emocionada y aterrorizada a partes iguales pero la felicidad no cabía en mi cuerpecito. Ese sentimiento me hizo desplegar la parte más pura de mí para hacer realmente lo que quisiera sin pensar en nada ni en nadie, solo para pintar lo que quisiera. La exposición fue un éxito en todos los sentidos, y desde entonces, siempre pienso lo mismo cuando hago un nuevo proyecto. Cuando desdoblo mis cartones y tiro los dados, ¡lanzo para el bingo!

Por último, ¿qué consejo le gustaría dar a los jóvenes artistas y creativos que lean esta entrevista y quieran crecer en el campo?

Ana:   Para mirar "el bicho"; "El bicho" se refiere a ese "no sé qué" que tienes dentro, y por alguna razón, siempre está hambriento e insaciable. No sabría cómo explicarlo, pero tal vez podría ser algún tipo de creencia mística, nuestra religión o eso que llamamos Dios. Eso en lo que crees y lo que haces con pasión sin saber las consecuencias o repercusiones que pueda tener, algo que no tiene forma ni peso ni olor, pero que al mismo tiempo despierta todos tus sentidos y te hace sonreír. Si "el bicho" pesa más de 10 kg, adelante, no lo dudes. Si no llega a esto, busca otra cosa, seguro que encuentras otro tipo de “bicho” que te acompañe a disfrutar de la vida.

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